Cuando el expolicía estadounidense Greg Glassman creó su rutina de ejercicios en el año 2000, pensó sobre todo en entrenar a militares, bomberos y policías; profesionales que necesitan estar siempre en un excelente estado de forma. Para ello diseñó un programa de entrenamiento diario, de no más de una hora, que combinara una gran variedad de ejercicios ejecutados a alta intensidad.
Asi nació el CrossFit que, catorce años después, se practica en más de 10.000 gimnasios de todo el mundo (o boxes, como se les llama en la jerga del mundillo). Y no sólo acuden a él los profesionales. Se trata del entrenamiento de moda en EEUU y cada vez más en Europa por su capacidad de enganchar a todo aquel que lo práctica ya que cuenta con una característica que lo distingue de muchos otros ejercicios: no es sólo un deporte sino también, como pretendía su creador, una filosofía del ejercicio físico.
Las instalaciones donde la gente practica CrossFit son muy básicas, a menudo son talleres reconvertidos o polígonos industriales abandonados
Herz es conocida por sus críticas de videojuegos y música en revistas como Rolling Stone o Wired, un perfil que no parece muy ligado al del fitness, pero comparte con ellas su capacidad de enganchar. Y no es precisamente por su glamour. “Las instalaciones donde la gente practica CrossFit son muy básicas, a menudo son talleres reconvertidos o polígonos industriales abandonados”, explica Herz en un extracto de su libro que ha publicado la revista Time. “No hay espejos, y no se ofrecen ninguno de los servicios de salud habituales de los gimnasios”. Además, a diferencia de muchos gimnasios low cost, en los que se puede entrenar por unos 30 euros al mes, el CrossFit no es barato. En España practicarlo cuesta en torno a 95 euros al mes.
Entonces, ¿por qué engancha tanto? Según Herz por tres razones muy poderosas.
1. Tiene unos resultados espectaculares
En 1996, el investigador japonés Izumi Tabata, uno de los pioneros mundiales de las Ciencias del Deporte, realizó la primera investigación en torno a lo que hoy se conoce como entrenamiento interválico de alta intensidad (HIT, High-intensity interval training, por sus siglas en inglés), en el que se basa el CrossFit.
Desde entonces, numerosos estudios científicos han comprobado que este tipo de entrenamientos permiten quemar muchas más calorías en mucho menos tiempo. Sus críticos aseguran que, si bien son más efectivos para adelgazar, estas rutinas presentan más problemas de lesiones y no son recomendados para personas con patologías cardiovasculares previas (antes de prácticas CrossFit es imprescindible someterse a un examen médico); pero, al margen de esto, nadie duda de su comprobada efectividad.
2. Es un deporte social
Aunque los ejercicios del CrossFit se pueden practicar de forma individual y en cualquier parte, el éxito del entrenamiento es impensable si no fuera por su carácter gregario. “Realizar una actividad físicamente intensa y difícil une a un grupo de personas”, asegura Herz. “Los entrenadores militares sabían esto hace miles de años. Pero el CrossFit es el primer fenómeno moderno que permite a cualquier ejecutivo de recursos humanos sentir algo parecido al feroz parentesco de los marines”.
No es sólo una sensación de realización, la principal virtud del ejercicio moderno. Es la sensación de victoria que sientes cuando tu equipo es mejor que el de al lado
El carácter social es esencial en el CrossFit. Siempre se practica en grupos de entre 6 y 20 personas, en el que todos los miembros ejercitan al 100%, algo que se logra adaptando los ejercicios a cada participante. Y, además, se realizan competiciones entre grupos. “Existe una magia primigenia en el hecho de entregarse físicamente junto a una docena de personas. No es sólo una sensación de realización, la principal virtud del ejercicio moderno. Es la sensación de victoria que sientes cuando tu equipo es mejor que el de al lado”.
3. Es un sacrificio ritual de energía humana
Según David Sansone, profesor emérito de cultura clásica de la Universidad de Illinois y autor del libro Greek Athletics and the Genesis of Sport (University of California Press), el sacrificio ritual de energía humana es la génesis misma del deporte. “Cuando los cazadores paleolíticos sacrificaban los animales en honor a sus dioses entregaban también la energía que habían empleado para cazar a los animales”, explica Herz. “Cuando esos cazadores se convirtieron en granjeros, siguieron sacrificando a los animales, pero como estaban domesticados, no había forma de sacrificar la energía que habrían tenido que utilizar para cazarlos. Es por esto que los rituales atléticos pasaron a formar parte de la práctica religiosa”.
En opinión de la periodista, este ritual sigue existiendo, aunque nos hayamos olvidado de que lo llevamos a cabo. El deporte, en el fondo, no deja de ser un sacrificio. Y es por esto que nos enoja tanto que los atletas se dopen: al hacer trampa se destroza la pureza del ritual.
El CrossFit reemplaza las aspiraciones cosméticas del fitness poniendo el énfasis en el esfuerzo y el progreso
Pero el dopaje no es lo único que está acabando con esta función básica del deporte. La moderna industria del fitness, con sus máquinas elípticas, sus cintas de correr con televisión y sus hermosos locales con aire acondicionado, está despojando al ejercicio físico del sacrificio. El CrossFit, por el contrario, invierte esta tendencia: es tribal, intenso y nada repetitivo. Reemplaza las aspiraciones cosméticas del fitness poniendo el énfasis en el esfuerzo y el progreso. “En definitiva, concluye Herz, “el CrossFit recupera el sacrificio ritual de energía que hizo que el deporte fuera importante para nuestros antepasados, y que sigue haciéndolo importante, aunque lo hayamos olvidado”.